Los titulares de las noticias tecnológicas gritaban como si estuvieran anunciando la llegada de la última amenaza para los humanos planteada por la inteligencia artificial desde los robots de combate. El movimiento, liderado por los académicos Catherine Richardson y Eric Billing, defendió que se debería detener el desarrollo de muñecas sexuales robóticas porque exacerbaba la desigualdad entre hombres y mujeres.

Hay suficientes estereotipos de género, discriminación de género profundamente arraigada y cosificación sexual en la sociedad. Pero prohibir el desarrollo de robots de muñecas sexuales parece miope e incluso desagradable.
Las investigaciones existentes sobre el sexo y los robots suelen centrarse en la exploración superficial del apego humano, que se populariza en películas como “She” y “Mechanical Ji”: una máquina dominada y centrada en los hombres llamada Robot de muñeca sexual AIPor lo general, no se considera la igualdad de género.

El innovador trabajo de David Levy se basa en investigaciones iniciales sobre interacciones remotas (juguetes sexuales remotos operados a través de Internet) que describen una sociedad que es cada vez más probable que acepte muñecas sexuales robot. Para él, el sexo es un modelo que puede reflejarse en la relación entre humanos y robots.
Una nueva especie de robots sexuales
A Richardson no le gusta esta perspectiva y, hasta cierto punto, tiene razón: esta afirmación debería cuestionarse. Lo que dijo Richardson en su artículo reciente: Una discusión sobre la ética de género en la tecnología de robots sexuales. En el proceso de reconocimiento de género de los robots y de personificación de las máquinas, muchas veces es necesario asumir su identidad, pero hasta ahora pocas personas lo han considerado.

La relación entre los seres humanos y los objetos creados por el hombre se remonta a la antigua mitología griega, donde la estatua del escultor Pigmalión resucitó gracias a un beso. Es el material de los mitos y la ciencia ficción: parte de la historia que escribimos, parte del futuro que imaginamos. El famoso “Manifiesto Cyborg” escrito por la pensadora feminista Donna Haraway en 1991 sentó las bases modernas para una consideración seria del mundo posgénero y tuvo la visión de futuro al pensar sobre el comportamiento sexual humano.

Pero así como deberíamos evitar introducir sesgos de género y de género existentes en las tecnologías futuras, también deberíamos evitar introducir cautela establecida. Durante siglos, la falta de apertura al sexo y a la identidad sexual ha sido fuente de tremenda espiritualidad y dolor para muchas personas e incluso para toda la sociedad. Esta falta de honestidad es muy dañina.
El movimiento intentó evitar la cosificación sexual de los robots sexuales, pero a costa de politizarlos y hacerlo de forma restringida. Si los robots no deberían tener sexo artificial, ¿por qué deberían tener un sentido de moralidad estrecho e irreflexivo? Una cosa es mantener una conversación y resumir los avances tecnológicos, y otra es pedir silencio antes de que alguien tenga la oportunidad de hablar.

El rango de aplicación del robot muñeca sexual ai excede con creces su definición, es decir, “una máquina utilizada como objeto sexual en forma femenina, sustituto de una pareja humana o herramienta sexual”. Imponemos nuestras creencias a estas máquinas, las personificamos y cargamos con nuestros propios prejuicios y suposiciones. Los robots de muñecas sexuales, como muchas tecnologías que utilizamos hoy en día, están diseñados por hombres, diseñados para hombres.
La máquina sexual está hecha por humanos.
Pero los robots sexuales también nos permiten explorar problemas sin estar restringidos por los humanos. La máquina es una hoja de papel en blanco y nos permite reimaginar. Internet ha abierto un mundo donde las personas pueden explorar su identidad y política de género y construir comunidades que comparten sus propios puntos de vista. Con la ayuda de la tecnología, la sociedad está repensando el dualismo género/género.

Los robots de muñecas sexuales pueden trascender el sexo. ¿Qué pasa con el alcance del tratamiento? No sólo se trata de tratamientos personales (al fin y al cabo, ya se utilizan parejas y robots de enfermería), sino que también se utilizan para tratar a quienes infringen la ley. La tecnología de realidad virtual ha sido probada en psicología y se ha propuesto como método para tratar a los delincuentes sexuales. Por consideraciones éticas, los robots de muñecas sexuales pueden ser una forma eficaz de avanzar en este método.
Oponerse al desarrollo es miope. En lugar de pedir una prohibición total, ¿por qué no utilizar este tema como base para explorar nuevas ideas de inclusión, legitimidad y cambio social? Es hora de deshacerse de la hegemonía de las máquinas y de todos los prejuicios relacionados.

Por ahora, si perdemos el control de esta cuestión, nos enfrentaremos a otra serie de problemas. El miedo a una rama de la inteligencia artificial que aún está en pañales es una razón para darle forma en lugar de prohibirla.